
El “propósito” de mi vida o lo que para mí tiene sentido y me genera plenitud:
Acompañar a las personas a comprenderse para aliviar y afrontar su sufrimiento.
Este es mi norte.
Porque creo que si te comprendes, te conoces, porque si te conoces te puedes amar.
Amarte en el sentido de comprenderte, cuidarte, inspirarte.
Porque si te amas, puedes amar a los demás. Comprenderlos, cuidarlos, inspirarlos.
La repercusión de comprenderte es mucho más grande de lo que podemos llegar a imaginar. Te beneficia a ti y, por ende, se expande a toda persona que está a tu alrededor.
Descubrir mi ser me ha llevado a descubrir mi vocación, mi elemento, eso que me hace estar en sintonía con todo lo que me rodea.
Llevo veintidós años en el mundo del Derecho, acompañando a equipos humanos, mediando en conflictos y liderando proyectos directivos.
Agradezco a esta profesión la experiencia que me ofrece y la oportunidad de estar experimentando diariamente, en uno de los mejores “laboratorios de la vida” que conozco. En realidad, ha sido el puente para poder reencontrarme a través del descubrimiento de lo que me apasiona y tiene sentido para mí: acompañar a las personas a comprenderse para aliviar y afrontar su sufrimiento.
Auto conocerme me ha llevado a comprenderme y esto me ha generado alivio, mayor estabilidad interna para poder seguir exponiéndome al caos externo sin que me desestabilice. Ha sido y es un reencuentro constante conmigo misma.
Acompañar a las personas en ese mismo camino de reencuentro consigo mismas, a comprenderse para aliviar y afrontar su sufrimiento es una gran necesidad que hay en el mundo a la que mi conciencia me impulsa a responder y ahí se encuentra mi voz, mi vocación, la clave de mi alma.
“Cuando nos inspira un gran propósito, un proyecto extraordinario, todos nuestros pensamientos rompen sus límites. La mente trasciende las limitaciones, nuestra conciencia se expande en todas las direcciones y nos encontramos en un mundo nuevo, grande y maravilloso”
-LOS SUTRAS YOGA DE PATANJALI-