El proceso de coaching, a nivel personal, me ha ayudado a conocerme mejor, a identificar los valores fundamentales que viven en mí y rigen mi comportamiento, a ver cómo y en qué medida están presentes, también a decidir de forma consciente qué puedo hacer para honrarlos cada día. A nivel profesional, me ha ayudado a reconocer mis cualidades como profesional y a darme cuenta de cómo puedo ser una persona más cercana. Esto me ha permitido abrirme y mostrarme un poco más a mis compañeros. Descubrí también el poder de la vulnerabilidad para conectar con mis compañeros a un nivel más profundo y ganarme su confianza. Por otro lado, me ha ayudado a identificar algunos mecanismos y patrones que estaban limitando mi liderazgo, a valorar el interés por la relación y abandonar la necesidad de competir o compararme cuando las relaciones me importan de verdad. Gracias al proceso, he ganado tranquilidad en el día a día, puesto que he empezado a cambiar las expectativas por aceptación y a identificar cuando estoy siendo mí propia juez y cuando me estoy exigiendo. También he empezado a identificar y bajar el volumen de pensamientos que me hacen sentir insuficiente o incompleta mediante dosis de amabilidad y comprensión y esto me ha dado mucha paz. Me siento más imperfecta pero he ganado seguridad, me veo más capaz de poder llegar a ser quien quiero ser, con más recursos y con una dosis de motivación extra para continuar trabajándome. Mis compañeros me empiezan a percibir cómo una persona más auténtica y yo me siento más alineada, más conectada conmigo y con mis valores. Sin duda, aconsejo un proceso de coaching. El coaching te ofrece la oportunidad de conocerte mejor y de cambiar aquello que deseas cambiar, lo que no te hace sentir bien o lo que no te está ayudando a avanzar o conseguir tus objetivos. Es una conversación valiente y comprometida con uno mismo que nos inspira y nos permite transformarnos y aprender de nosotros mismos.